Desde un desplazamiento histórico y geográfico, la geometría ha confinando celosamente sus aristas y conceptos, abordando premisas naturales y proposiciones canónicas extraídas de un mismo contexto matemático. Y es que sus diferentes métodos tratan de hallar la codificación de un propio lenguaje, el poder de una comunicación vertical en nuestros conocimientos y planteamientos hacia la naturaleza.

Exploración en la cual me he sumergido a lo largo de los años, encontrando una primera premisa estructural cromática en nuestras raíces precolombinas. Deslizando una tensión analógica en las distintas interpretaciones gráficas de las culturas preincas, hasta desplegarlas en las actuales manifestaciones geométricas de nuestra contemporaneidad.

Por ello, en el transcurrir cronológico de mis propuestas se evidencia una fuerte hipótesis del hallazgo en el tiempo, de la expedición y del descubrimiento arqueológico de textiles, ceramios y ornamentos que se prolongan en los fragmentos aeronáuticas de nuestra historia, hallados, y subscritos en el espacio expositivo generando un discurso polifónico entre la obra y el espectador.

Así cada investigación plantea una percepción en forma y color, mediante el vínculo encontrado en las migraciones culturales de la deidad más cercana al dios Sol, las aves y la síntesis de su sincronía en vuelo no solo se manifiestan en los sofisticados textiles plumarios precolombinos, sino también, “propone al espectador un pequeño viaje -un viaje lleno de vuelos cortos y memorables, en donde la breve sensación de satisfacción por completar un significado se inicia con el escrutinio material de cada una de las piezas-”(* 1), orientadas en la vista aérea de los fuselajes de acero y plexiglass que hoy en día habitan nuestros cielos.

Augusto Ballardo