VOLVER SIENDO OTROS×
KENJI NAKAMA


Las cosas se vuelven basura cuando son tratadas como basura

A monk’s guide to a clean house and mind

El acto de trastocar las funciones y el orden de las cosas es revolucionario y, en palabras de Lautremont, “bello como el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección”. Contiene una libertad revulsiva, evolutiva, que alcanza al humano y lo anima a abandonar la especialización y reinventarse, como un objeto que se abre y se vuelve reversible, multiusos u orgullosamente inútil.

La práctica artística ha sido pródiga en estos giros. El situacionismo lo llamó détournement (“desvío”) y enfiló contra el sistema económico. Los desvíos más recientes reinciden en las posibilidades del cinismo posmoderno, con el ingrávido goce de ser sugestivo y (anti)estético.

La mirada de Kenji viene de otro lugar, de quien creció explorando el origami y viendo a los Transformers constató lo que ya sospechaba: que los objetos están potencialmente vivos, si les permitimos desplegarse, si nuestro vínculo con ellos es atento y compasivo. El budismo dio fondo a esa intuición: “Agradece las cosas que te han servido y dáselas a personas que puedan usarlas, donde puedan tener un propósito y volver a brillar.”

El billete del mínimo valor se despliega hasta que el rectángulo se vuelve círculo porque el papel aguanta, es material noble en su capacidad de volver sobre sí mismo, de cambiar de rubro, defraudar la expectativa del mercado y empezar una nueva vida, dedicarse a ser ventana, portal, aspirar a un alma.

El paraguas se abre a ser sol, como el dólar se abre a ser un astro, moneda gigante. Viejos sobres se abren para dejar pasar la luz, ese mensaje urgente, asemejando una pared japonesa, rezagos de una casa familiar donde las cintas de VHS, heredadas del padre, proyectan su oscuridad sinuosa y resplandeciente. Kenji ha construido una muestra de portales, como si un objeto mutante nos acompañara a atravesar el estado sólido de la materia, agradecido.

Un gesto animista, de empatía con las cosas, desprograma su obsolescencia. Su dignidad es la de la obra de arte orgullosa de ser objeto de segundo uso, que volvió a la vida siendo otro. Su forma ha sido dramatizada, sus líneas retomadas persiguiendo la posibilidad de sus pliegues, sus brillos sugieren otro movimiento, un horizonte poético. La ambigüedad es una cualidad mística.

× Tilsa Otta

THE EXHIBITION