OGRO ×
F. TIBIEZAS DAGER

Soñé que me escribías primero. Me enviabas un video donde recogías mamíferos muertos en la carretera de Guayaquil al Valle del Cajas. Uno a uno te los llevabas a la cara y decías a la cámara “Mi bebe.”

“Mi primer bebe.”

“Mi primer bebe ya esta grande.”

El cordero degollado te salpicaba la barba y manchaba la camisa que hace cinco navidades te regalé. Cenábamos cordero, siempre y en el abrazo de tus eructos podía oler al rebaño pronunciar mis nuevos nombres. Estos corderos pastaban libres, felices y sodomizados en la hacienda del papá de tu papá. Cuando se ponían muy tercos, los rasuraban y les ponían falda. Los arrojaban a la carretera a que caminen erguidos. Quedaban hembras. No tenían nombre, solo pronunciaban mis nuevos nombres hasta desplomarse exhaustos en lo más alto de una colina.

En esa colina vivía un ángel encadenado a un balcón. También lo sodomizaban pero a éste no le gustaba. Gritaba y se quejaba. Se creía especial, se juraba mujer. Hablaba de derechos sin saber que en ese reino sólo imperaba el amor y la compasión y que aquí, así se depositaban ese tipo de emociones. Terrible suerte haber sido creado de ojos celestes, ya que de este lado de la hacienda eso lo traducía a hueco.

Una tarde le enviaron un cordero con un balde lleno de lentejas colgándole del hocico. Apenas llegó, el ángel comenzó a pedirle que por favor se comiera la cadena. Que con ese estómago las iba a digerir sin problema, que él como ángel ya no aguantaba más. El cordero lo miró y le respondió que no. Luego el ángel le dijo que por favor, que hiciera lo que fuese, que si hasta así lo deseaba, lo podía sodomizar. El cordero bien sabía que entre las piernas los ángeles no tienen nada y repitió que no. Que no gracias, que a diferencia de él, verga no le faltaba. El ángel se quedó llorando y luego murió envenenado.

Trabajas 10 horas al día, 5 manejando, 5 frente a un escritorio. Como buen descendiente de migrantes, durante los descansos el cuerpo entero te hormiguea. Tu pene recogido es otro mamífero diminuto que sueña que le escribo primero. No lo hago. Nunca lo haré. No solo estoy transicionando sino que también me teletransporto y floto sobre ti dormido. Abro un tajo de mi perineo a mi tráquea y te lluevo encima. Splash! Splash! Devueltos todos los órganos que me heredaste.


× F. Tibiezas Dager

THE EXHIBITION