La musa de Gamaliel Rodriguez se llama Puerto Rico, y más precisamente,
Cabo Rojo. Esta fuente vehemente de inspiración se encuentra en
el corazón del Caribe, en un enclave complejo de particularidades
históricas. Podemos considerar este territorio una sensible cuna de
cuestionamientos con respecto a la fallida promesa del desarrollo y el
crecimiento económico. Este caso de estudio en particular se delibera
entre la circunstancia Latina frente a la problemática colonial y el sueño
americano.
La nación insular se ha nutrido de una compleja interacción entre el
cuerpo civil portorriqueño y la presencia militar, las consecuencias del
traspaso de colonia española a ser anexada a Estados Unidos, y así a la
dependencia directa de una economía acompasada a ese gigante. Aquí
confluyen la bonanza económica y la crisis; los proyectos de desarrollo y
el fracaso de estos; la resiliencia, la nostalgia y la expectativa de mejora.
Este país entreverado y multifacético es el hogar y la patria del artista
contemporáneo Rodriguez.
Su obra exalta una denuncia urgente: una historia manifiesta en el presente
que nos compromete a replantearnos qué camino estamos eligiendo
y hacia dónde este nos podría conducir. Desafíos y contradicciones
sociopolíticas, una infraestructura menoscabada toma la forma de
adivinanza: ¿Qué sueños han quedado aquí impedidos, y por qué?
Alina Zevallos